Los solventes orgánicos son sustancias de suma importancia para el químico, sin distinción de orientación, preferencia de grupo periódico o grado de ñoñez. Sin estas sustancias maravillosas, muchas tareas se nos dificultarían: no podríamos correr plaquitas de sílica, ni llevar a cabo muchas reacciones, y (oh el horror!) emborracharnos, porque a fin de cuentas el etanol ES un solvente orgánico.
Sin embargo hay un costado ...siniestro de estas criaturillas....desde el frío que te deja el diclorometano cuando se te cae sobre el guante hasta la piridina, que se rumorea que te deja estéril, pasando por el olor del acético glacial. Pero mucho más trágico son los efectos que no notamos directamente. Un ejemplo es el post anterior, en donde vimos como una niña perfectamente normal se volvió en ñoña por tanto aspirar solvente. O lo que le pasó a un amigo el pasado sábado, mientras caminaba por el porteñísimo barrio de Little Horse:
Ñoño 1: Che, doblemos por acoyte
Ñoño 2: No, no es acoyte....es ACETATO DE YTE!!!
Definitivamente los solventes orgánicos tienen efectos no deseados.
