martes, 22 de febrero de 2011

Los efectos de la termoestadística

Allá por el año 1875, Bolztmann reposaba frente a la chimenea de su casa en Viena luego de haberse bajado media botella de whisky, dos dosis de LSD y lamido el dorso de una rana ecuatoriana. De repente, en un ataque de euforia y locura se pone de pie y exclama:



Que gran tipo fue Bolztmann. Cuando sea grande quiero ser como él.